La romería al Rocío

Otra de las fiestas más conocidas de Andalucía es la romería al Rocío. Si bien muchos solo van al final de la fiesta del Rocío, para apreciarla realmente hay que hacer la auténtica romería. Entonces tenía dos compañeros de trabajo franceses, Jean Paul y Michel. Michel era un fotógrafo profesional, además de ingeniero, como Jean Paul y yo. De hecho, más adelante Michel me invitó a acompañarlo a un viaje con todos los gastos pagados como su asistente para fotografiar sitios y museos declarados patrimonio de la humanidad por la UNESCO para una editorial española. Al final, algunas de mis fotos acabaron publicadas en libros, calendarios, etc.

Pero volvamos al Rocío. Michel quería fotografiar la romería al Rocío y nos invitó a Jean Paul y a mí para que lo acompañáramos. Si bien la feria de Sevilla tiene lugar dos semanas después de la Semana Santa, el Rocío empieza 50 días después. Los orígenes de la romería se remontan a los inicios del siglo XV, cuando unos perros guiaron a un cazador hacia una estatua de la Virgen María que se encontraba en el hueco de un olivo de mil años. La leyenda dice que, en su ruta para transportar la estatua a la ciudad, tuvo que parar varias veces para descansar y, cada vez que se despertaba, la estatua había desaparecido. Pero siempre que regresaba a aquel olivo, descubría que la estatua había regresado a su árbol. La gente interpretó esto como una señal de que había que erigir una iglesia en ese sitio, la casa de la Virgen del Rocío.

Hay un barrio de Sevilla llamado Triana que está al otro lado del río Guadalquivir y conecta con la ciudad a través del puente de Triana, también llamado Puente de Isabel II. Triana es conocido por ser un centro de gitanos y su animada cultura flamenca. La hermandad de Triana es una de las más famosas de las que hacen la romería al Rocío y Michel la seleccionó para que nos acompañara en nuestro camino al Rocío.

Como éramos fotógrafos extranjeros con bonitas sonrisas, los miembros de la hermandad nos dieron la bienvenida e incluso muchos de ellos compartieron su jerez y comida con nosotros durante la romería. Las paradas para reposar y las noches antes de ir a la cama estaban llenas de música y bailes de sevillanas. Había carros cubiertos y tirados por bueyes que me recordaban al antiguo oeste. La hermandad iba encabezada por su “simpecado” (la insignia de la hermandad que mostraba una prominente representación de la Virgen del Rocío).

Llegamos a la aldea del Rocío el sábado y durante el resto del día siguieron llegando otras hermandades del sur de España. Por la tarde varias hermandades hicieron una procesión en la que presentaban sus simpecados a la Virgen del Rocío. La abundancia de jerez en combinación con la tendencia que hay en España a usar un lenguaje colorido, llevaron a un osado miembro de una hermandad a gritar a otra hermandad: “¡Nuestra Virgen es la auténtica! ¡La vuestra es una zorra!”

La culminación de la fiesta tiene lugar el sábado por la noche, cuando muchos hombres jóvenes se agolpan en el interior de la iglesia para esperar a que llegue el momento de saltar la valla que rodea a la Virgen, y así poder transportar la carroza con la Virgen del Rocío fuera de la iglesia en procesión por la localidad. Hay una gran competición por ser uno de los que va a portar a la Virgen y se considera que lo más apropiado es que sean los vecinos de Almonte los que estén en contacto con la carroza.

Está prohibido sacar fotos en el interior de la iglesia, pero descubrí que a nadie le importaba; bueno, a casi nadie. Un hombre me dijo “fotos, no” cuando saqué una, por lo que tuve que marcharme a otra parte de la iglesia, algo que hice muy lentamente, ya que la multitud apretaba tanto que era muy difícil avanzar a ningún sitio. Sin embargo, mi foto favorita era una que tomé en la iglesia tras la marcha de la Virgen y la multitud. Había un hombre joven desmayado en el confesionario, sobre el suelo y con las piernas extendidas en la iglesia. Supuse que el exceso de jerez hizo que se perdiera el momento culminante de la fiesta.