Buscando Tesoros en España
Me mudé a Madrid en los años ochenta, cuando el uso de detectores de metales para buscar tesoros no era muy conocido, pero sí legal. Mi hijo mayor y yo nos aficionamos a buscar monedas antiguas con la esperanza de encontrar alguna del periodo romano algún día. Nuestro primer día fuera, cuando buscábamos en un campo arado, encontramos una moneda del siglo XIX y poco después otra del siglo XVII. Aquellas monedas tenían escaso valor económico, pero aun así eran nuestro tesoro, algo que representaba NUESTROS hallazgos y el tiempo que habíamos pasado juntos. Más adelante mi hijo encontró nuestra primera moneda antigua, una pieza los tiempos de la Celtiberia que se hallaba en Bolskan, Huesca y fechada entre los años 150 y 100 a.C. Fue un momento muy emocionante: ¡encontramos una moneda de más de 2.000 años y anterior a la época de Cristo!
En junio de 1985, España aprobó una nueva ley para proteger su patrimonio que hizo que la prospección o búsqueda de monedas y objetos culturales fueran consideradas ilegales. Pero en la práctica no se aplicó durante años. Por ejemplo, un año o dos después nosotros seguíamos buscando y el dueño del campo arado en el que nos hallábamos o los guardias civiles que pasaban por ahí a menudo nos detenían para preguntar qué estábamos haciendo. Nosotros respondíamos que estábamos buscando monedas antiguas, botones y cosas similares, y entonces nos animaban y deseaban suerte. A veces nos preguntaban si habíamos tenido suerte y, si así era, podíamos mostrarle algunas de las piezas al granjero o guardia. Pero, repito, siempre nos animaban para que siguiéramos buscando.
Un día fuimos a explorar a un campo que había cerca de Talavera de la Reina, en un lugar en el que se había drenado un lago. Encontramos bolas de plomo de mosquetes, metralla de hierro más grande, botones e incluso varios gatillos de hierro rotos; ¡sin duda debía haber habido varios mosquetes defectuosos por ahí! Todos estos objetos procedían de la guerra de la Independencia española de principios del siglo XIX, en la época en la que los británicos ayudaron a los españoles contra napoleón. Los británicos la llamaron Peninsular War (Guerra Peninsular). Entonces una pareja de guardias civiles vino y nos preguntó qué estábamos haciendo. Respondimos que estábamos buscando objetos de la guerra de Independencia y procedimos a mostrarles algunos de nuestros hallazgos. Se quedaron sorprendidos y nos desearon que tuviéremos suerte con nuestra búsqueda.
A lo largo de los años, ciudadanos y policía empezaron a desarrollar un aprecio mayor hacia su patrimonio y la búsqueda de tesoros empezó a estar mal vista. Esto se debía en parte al uso abusivo de los detectores de metales para robar y saquear los yacimientos arqueológicos —yacimientos que se sabe que son importantes, aunque todavía no han sido excavados, así como los que ya han sido excavados o están en proceso de serlo—. La compra y venta de antigüedades también empezó a ser reprobada. Si bien en los años ochenta los objetos se mostraban y vendían abiertamente en las convenciones de monedas mensuales, e incluso en el mercadillo de monedas y sellos que se organizaba en la plaza Mayor de Madrid los domingos, esto se terminó con las redadas en todos estos sitios. Durante las redadas se aprehendieron muchos objetos arqueológicos, y aunque muchos de ellos fueron devueltos a los vendedores que sufrieron las incautaciones, el proceso para obtener la devolución llevó años en muchos casos. Pero, en definitiva, el mensaje quedó claro: a partir de entonces no solo se desaprobaba la búsqueda de monedas con detectores de metales, sino que también ser perseguiría la venta de antigüedades. El comercio de monedas antiguas sigue siendo aceptable hasta el día de hoy.
Abandoné la búsqueda de tesoros en España en los noventa y también regresé a los Estados Unidos tras haber vivido en España durante diez años. La situación se iba deteriorando más y más según iban pasando los años. En febrero de 2007, más de una década después de mi regreso a los Estados Unidos, hubo una gran redada. Más de 200 guardias civiles arrestaron a 52 personas y confiscaron más de 300.000 objetos y monedas. Y no solo arrestaron a los buscadores de tesoros, sino también a los intermediarios que compraron y vendieron los objetos, así como a algunos coleccionistas. Puedes leer más sobre esta redada en el artículo de julio de 2007 que escribí y publiqué en la revista Celator aquí. Hoy en día incluso se desaprueba y persigue el coleccionismo. Mi afición por la búsqueda de monedas terminó en los noventa mientras vivía en España y mi colección un poco después también.
El coleccionismo se convirtió en algo triste no solo debido a que a partir de entonces empezó a considerarse ilegal, sino a que me robaron la mayor parte de mi colección. Mientras me encontraba de baja por enfermedad en Estados Unidos, confié la custodia de mi colección a mi jefe y compañeros de trabajo. Al recibirla de nuevo y tras haber pasado por un par de manos más (las de mi mujer), muchos de los artículos más valiosos habían desaparecido. Entonces me envié a mí mismo la mayoría de las cosas que quedaban a través del correo militar de la ciudad de Nueva York. Cuando la caja llegó a mi casa en Estados Unidos, estaba rota y habían extraído la colección. Me entregaron una carta tipo de USPS en la que pedían disculpas por los daños que había sufrido el paquete que había en el interior y la caja envuelta en una bolsa de plástico.
El mal sabor de boca que me había dejado el coleccionismo se intensificó años después tras la compra de un par de antiguos amuletos romanos. Cuando la maleta regresó a casa tras pasar por un vuelo de conexión en Estados Unidos, contenía un formulario de la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA por sus siglas en inglés) en el que me advertían de que habían inspeccionado mi maleta. Era evidente que el inspector necesitaba mis amuletos más que yo, porque habían desaparecido. Mientras vivía en España, había hecho una recopilación de fotos de objetos de colecciones privadas cuyos dueños me habían permitido tomarlas con la condición de que no revelara sus nombres. Algunos de esos objetos fotografiados han servido de inspiración para algunas de las historias que contiene mi novela sobre la búsqueda de tesoros.
Así pues, la protección del patrimonio y legado de España experimentó una evolución no solo a nivel de leyes, sino también en cuando a la concienciación y valoración por parte de los ciudadanos, y al cumplimiento de la ley. En 1988 el gobierno creó una brigada especial de la Guardia Civil llamada SEPRONA (Servicio de Protección de la Naturaleza), cuyo objetivo principal era la protección de la naturaleza y el medioambiente. Pero ya entrados en los años noventa, el reconocimiento del patrimonio arquitectónico se fue imponiendo cada vez más y el SEPRONA se fijó el objetivo de acabar con el uso de detectores de metales para buscar tesoros. De esa manera, empezaron a rastrear los campos a los lomos de sus motos para localizar a buscadores de tesoros.
En marzo de 2013, los medios de comunicación españoles informaron de que un hombre jubilado de 60 años había sido arrestado y 4.000 objetos incautados. Según ciertos artículos, esta persona se había estado dedicando a la búsqueda de tesoros con un detector de metales en sitios con un valor arquitectónico reconocido durante de 15 a 30 años y se encontraba vinculado con un caso de exportación ilegal de tres cascos celtíberos completos y en buenas condiciones que databan del siglo IV al II a.C. Lo más doloroso del asunto es que tras excavar legalmente todas las necrópolis celtíberas que había en España, solo se habían hallado fragmentos de 3 cascos y en malas condiciones, ya que en la antigüedad estos objetos se rompían y deformaban como parte del ritual de enterramiento.
En 2008 un museo alemán informó al gobierno de España de que dichos cascos se encontraban en Alemania y que probablemente habían sido ilegalmente excavados y exportados. Las autoridades de Múnich requisaron los cascos y solicitaron que el gobierno español los reclamara oficialmente durante los siguientes tres meses. Sin embargo, el gobierno de España no respondió y los cascos salieron a subasta varias veces en 2009, 2010 y 2012. Los cascos fueron de España a Suiza y después a Alemania para acabar en una subasta de la casa Christie’s en Londres en 2012. Se vendieron por cientos de miles de euros.
Los arqueólogos señalan que los artículos pierden la mitad de su valor histórico cuando son excavados de su lugar ilegalmente. La Guardia Civil, por su parte, informó (en 2013 y tras años de evolución en cuanto a la valoración del patrimonio nacional y el daño causado por los buscadores de tesoros) que de 400 a 500 sitios arqueológicos eran saqueados y robados cada año, con la ayuda de detectores de metales en el 75% de las veces.
En diciembre de 2013, dos hombres fueron arrestados al saquear el importante yacimiento arqueológico de Tiermes. Habían aparcado a tres kilómetros y medio de distancia y buscaban tesoros por la noche, para lo que habían cavado más de 400 hoyos. Las autoridades se quedaron consternadas ante la importante pérdida de información histórica, aunque se recuperaron los objetos. La Guardia Civil encontró una caja de seguridad oculta bajo el capó del coche, dentro de la cual había mapas topográficos de diversos yacimientos arqueológicos, incluyendo Tiermes, con las rutas de acceso marcadas. En octubre de 2016, ambos fueron sentenciados a cuatro años de prisión y se les impuso una multa de 150.580 euros. Sin embargo, tengo entendido que ninguno de los dos ha empezado a cumplir su condena.